Hay platos que no solo alimentan el cuerpo, sino que reconfortan el alma. Uno de ellos, sin duda, es la sopa de pollo casera. Sencilla, humilde y profundamente nutritiva, es esa receta de toda la vida que nos acompaña desde la infancia, nos arropa en los días fríos y nos hace sentir en casa con solo probar la primera cucharada.
Quien ha crecido en una casa donde se preparaba sopa casera, sabe que su aroma es capaz de detener el tiempo. El olor del caldo hirviendo, el sonido de las verduras cocinándose lentamente, el vapor suave que inunda la cocina… son detalles que quedan grabados en la memoria y que nos devuelven, una y otra vez, a esos momentos de cuidado, de calor, de hogar.
La base de una buena sopa de pollo casera es, como todo en la cocina tradicional, el cariño y los ingredientes naturales. Un muslo o carcasa de pollo, zanahoria, puerro, cebolla, apio, ajo y un buen puñado de fideos o arroz son más que suficientes para crear un plato rico, saludable y absolutamente delicioso. Cocinado a fuego lento, sin prisas, el caldo va tomando cuerpo y sabor hasta convertirse en un auténtico elixir casero.
Y es que la sopa de pollo no es solo comida, es medicina. Desde hace siglos, se le atribuyen propiedades reconfortantes: alivia resfriados, rehidrata, es fácil de digerir y proporciona energía en momentos de debilidad. No por nada es conocida como el antibiótico de la abuela.
Aunque cada familia tiene su versión —con más o menos especias, con o sin fideos, con arroz, con garbanzos, con huevo cocido o trocitos de jamón—, lo cierto es que la sopa de pollo es universal. Se encuentra en casi todas las culturas del mundo: desde el "chicken soup" americano hasta el "caldo de gallina" latinoamericano, pasando por las sopas orientales con jengibre y miso.
En España, se sirve especialmente en otoño e invierno, cuando el frío pide cuchara. Es habitual en comidas familiares, cenas ligeras o incluso como primer plato en ocasiones especiales. En muchas casas, se prepara el domingo para aprovechar los restos del cocido, y se convierte así en una tradición que aprovecha todo y no desperdicia nada.
La sopa de pollo casera es ese tipo de comida que te abraza por dentro. Te devuelve a lo esencial, a lo simple, a lo que funciona. No necesita adornos ni presentaciones elaboradas. Solo un cuenco humeante, una buena cuchara y ganas de cuidarte un poco.
Porque cuando el cuerpo pide algo caliente, fácil de digerir y con sabor a casa, nada como una buena sopa casera de pollo. De esas que huelen a infancia, a salud y a cariño. De esas que saben mejor cuanto más amor llevan dentro.
No hay nada como una buena sopa de pollo casera para reconfortar el cuerpo y el alma. Esta receta tradicional es perfecta para los días fríos, para cuando estás resfriado o simplemente cuando quieres algo nutritivo y sabroso hecho en casa. Con ingredientes básicos, se prepara fácilmente y puedes adaptarla según lo que tengas en la despensa.
En este post te enseñaré cómo hacer sopa de pollo paso a paso, con trucos para que quede con sabor intenso y caldo claro.
Lava y pela las verduras. Corta en trozos grandes la zanahoria, la cebolla, el puerro y el apio. No hace falta que sean muy pequeños, ya que los retiraremos o trituraremos después.
En una olla grande, puedes dorar los muslos o la carcasa durante 2-3 minutos para potenciar el sabor del caldo.
Incorpora las verduras, la hoja de laurel, un poco de sal y agua hasta cubrir. Lleva a ebullición.
Cuando empiece a hervir, retira la espuma de la superficie con una cuchara para que el caldo quede más limpio. Luego baja el fuego y deja cocer a fuego medio-bajo durante 50-60 minutos.
Puedes colar el caldo y servirlo con trozos de pollo desmenuzado y zanahoria, o triturar parte de las verduras para una sopa más espesa.
Acompaña con fideos finos, arroz, huevo cocido o pan tostado, según prefieras.
Consejos para una sopa de pollo perfecta
Usa pollo con hueso: aporta más sabor al caldo.
Cuanto más tiempo cocines, más sabroso será el caldo.
Puedes congelar el caldo en porciones para futuras sopas o arroces.
Añade unas ramitas de perejil fresco al final para un toque aromático.
Variaciones populares
Con arroz: añade un puñado de arroz blanco 15 minutos antes de terminar la cocción.
Con fideos: ideal para niños, cocínalos en el caldo ya colado.
Estilo crema: tritura todas las verduras y añade un chorrito de nata vegetal si deseas.
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