¿Tienes pan duro en casa y no sabes qué hacer con él? El budín de pan casero es la solución perfecta: una receta tradicional, sencilla y deliciosa que aprovecha al máximo los ingredientes que ya tienes en la cocina. Su textura suave, su aroma a canela y vainilla, y ese toque de caramelo hacen que cada bocado sea puro confort. En esta entrada te enseñaré cómo hacer budín de pan paso a paso, con ingredientes básicos y sin complicaciones. Ideal para el desayuno, la merienda o como postre familiar.
Hay postres que no necesitan presentación. Bastan una cucharada y un suspiro para saber que estás ante algo especial. El budín de pan es uno de ellos. Nacido de la necesidad, criado entre sobras y cariño, y convertido en un clásico atemporal. Porque cuando se habla de cocina de aprovechamiento con alma, el budín ocupa un lugar de honor.
Este delicioso postre tiene algo de magia: transforma el pan duro —ese que en otros tiempos se habría tirado— en un dulce suave, aromático y lleno de sabor. Cada familia tiene su versión, cada abuela su secreto, pero todas comparten una misma esencia: hacer mucho con muy poco.
El budín de pan es un claro ejemplo de cómo la cocina tradicional ha sabido sacar lo mejor de los ingredientes más modestos. Su origen se remonta a generaciones pasadas, cuando nada se desperdiciaba y el pan duro era un tesoro que se reutilizaba con ingenio. En muchos países, especialmente en España y Latinoamérica, se convirtió en un postre habitual de los hogares humildes, ideal para endulzar la sobremesa sin gastar de más.
Pero con el tiempo, el budín traspasó las fronteras de la necesidad y se ganó un lugar en las mesas por puro mérito propio. Su textura suave, su sabor reconfortante y su aroma lo convirtieron en uno de esos postres que no pasan de moda.
Los ingredientes son simples: pan duro, leche, huevos, azúcar, un toque de ralladura de limón o naranja, y, si se quiere, pasas, frutos secos o incluso trocitos de chocolate. Se remoja el pan en la leche, se mezcla con los huevos batidos y el resto de los ingredientes, y se hornea al baño maría hasta que queda firme por fuera y jugoso por dentro.
Al desmoldarlo, se corona muchas veces con caramelo líquido, que le da un brillo irresistible y ese sabor tostado que combina a la perfección con la suavidad del interior.
El budín de pan puede servirse frío o templado, solo o acompañado de nata, helado o frutas frescas. Es perfecto como postre, merienda o incluso desayuno. Además, aguanta muy bien varios días en la nevera y mejora con el reposo, ganando aún más sabor y humedad.
¿Lo mejor? Es tan sencillo de preparar que cualquiera puede hacerlo en casa, y tan económico que se ha convertido en una receta favorita en tiempos en los que se valora el aprovechamiento sin renunciar al placer de lo casero.
El budín de pan es ese abrazo dulce que nos recuerda que no hace falta gastar mucho para comer bien. Es cocina con historia, con alma, con memoria. Un postre que sabe a casa, a infancia, a horno encendido y a cucharadas de felicidad.
¿Tienes pan duro y no sabes qué hacer con él? ¡No lo tires! Con esta receta aprenderás a preparar un delicioso budín de pan casero, una receta tradicional de aprovechamiento que transforma ingredientes simples en un postre suave, dulce y reconfortante.
Ideal para acompañar un café, como postre de domingo o para sorprender con un sabor de la infancia.
Trocea el pan y colócalo en un bol grande. Añade la leche caliente y deja reposar 15 minutos hasta que se ablande.
Añade los huevos, el azúcar y la ralladura de limón. Tritura con una batidora para una textura más fina.
Cubre la base del molde con caramelo líquido.
Vierte la mezcla en el molde. Cocina en el horno precalentado a 160 °C durante 60 minutos, o hasta que al pinchar con un palillo salga limpio.
Espera a que enfríe completamente antes de desmoldar. Puedes refrigerarlo unas horas para mejorar la textura.
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Otra opción para aprovechar el pan duro es hacer galletas, sí, deliciosas galletas simples o con pepitas de chocolate.
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