Esta crema de calabaza llevo años preparándola y nunca me canso. Da igual la época, siempre apetece. Y lo mejor es que se hace con ingredientes sencillos, de esos que casi siempre tenemos en casa. Si te gusta comer bien, pero sin complicarte, esta receta te va a encantar.
En esta entrada te voy a contar cómo hacer la crema de calabaza perfecta, con todos los trucos que he aprendido para que te quede suave, cremosa y llena de sabor.
La crema de calabaza es una de esas recetas que nunca fallan. No importa si cocinas mucho o poco, si tienes prisa o quieres algo especial, siempre sale bien. A mí me recuerda al otoño, cuando las calabazas empiezan a llenar los mercados y las cocinas se llenan de ese olor dulce y cálido. Pero también la preparo en otras épocas del año, porque es ligera, sana y reconfortante.
Tiene una textura suave, un sabor que gusta a todos y, además, combina con casi cualquier cosa, desde queso y nata hasta manzana o curry.
Y si encima la acompañas con unos picatostes crujientes, o unas semillas tostadas, se convierte en un plato de lujo. Es una forma estupenda de comer verduras casi sin darte cuenta.
La crema de calabaza es una base ideal para experimentar. Con sólo cambiar un ingrediente puedes crear sabores completamente distintos.
Intensifica el color y el sabor dulce. Sólo tienes que añadir una o dos zanahorias.
Le da un toque fresco y afrutado. Media manzana verde cocida junto a la calabaza la convierte en una receta sorprendente.
Perfecta para el invierno. El jengibre aporta un punto picante y aromático que calienta el cuerpo.
Añade un par de quesitos, o una cucharada de queso crema al final. Queda más suave y con un sabor irresistible.
Si te gusta innovar, prueba con una pizca de curry o cúrcuma. Le da color, aroma y un toque exótico.
Una de las ventajas de esta receta es que se conserva genial.
Déjala enfriar del todo y guárdala en un recipiente hermético. Aguanta tres o cuatro días sin problema.
Puedes congelarla en porciones. Cuando quieras tomarla, déjala descongelar en la nevera y caliéntala a fuego suave o en el microondas.
Si lleva nata o queso, es mejor añadirlos después, ya que al congelarse pueden cambiar de textura.
La calabaza se cultiva desde hace miles de años. Viene de América y llegó a Europa después del descubrimiento del Nuevo Mundo.
Desde entonces, se ha convertido en un ingrediente imprescindible en muchas cocinas del mundo.
Además de su sabor dulce y su versatilidad, tiene propiedades maravillosas. Es baja en calorías, rica en fibra y contiene betacarotenos, que ayudan a cuidar la piel y la vista.
También tiene ese color naranja tan bonito que da alegría solo con verla. Por eso es tan protagonista en otoño y en celebraciones como Halloween.
La presentación importa, y mucho. Sirve la crema caliente en cuencos o tazas. Añade un chorrito de nata o un hilo de aceite de oliva por encima.
Si te apetece un toque crujiente, ponle semillas de calabaza tostadas o unos picatostes de pan.
Si quieres sorprender, puedes añadir unas virutas de jamón crujiente, o una pizca de queso azul.
Y para los días especiales, prueba a poner un toque de miel o unas gotas de aceite de trufa. Te aseguro que te van a preguntar cómo la has hecho.
Además de estar buenísima, la crema de calabaza es muy sana. Tiene pocas calorías, mucha fibra y ayuda a saciarte sin sentirte pesada.
Es una fuente natural de vitaminas A, C y E, y su color naranja indica la presencia de antioxidantes que ayudan a mantener la piel y la vista sanas.
También es una comida perfecta para cenar, porque es ligera y reconfortante. Y, si tienes niños, es una forma fantástica de que coman verdura sin protestar.
Aunque por sí sola ya es una delicia, puedes servirla con otros platos para hacer una comida más completa.
Y si quieres algo más especial, acompáñala con pan de ajo o unas mini empanadillas.
Una crema de calabaza casera fácil, cremosa y llena de sabor. Receta paso a paso, trucos, conservación y variaciones para disfrutarla todo el año. Ideal para principiantes.
Empieza pelando la calabaza. Si es de las grandes, corta trozos manejables y quítales la piel con cuidado.
Prepara también la cebolla, la patata, y el ajo. Córtalo todo en trozos medianos para que se cocinen bien.Tenerlo todo preparado antes de encender el fuego te ahorra estrés y te permite disfrutar más del proceso.

En una olla o sartén, añade el aceite de oliva y ponlo a fuego medio.
Echa la cebolla y el ajo y deja que se pochen durante unos cinco minutos, removiendo de vez en cuando.
Cuando estén blanditos y empiecen a oler bien, añade la calabaza y la patata.
Dales un par de vueltas para que se mezclen los sabores.

Vierte el caldo o el agua hasta cubrir las verduras, añade una pizca de sal y deja que hierva.
Cuando empiece a hervir, baja el fuego y cocina durante unos 25 o 30 minutos, hasta que la calabaza y la patata estén tiernas. Si ves que el caldo se reduce mucho, añade un poco más

Cuando las verduras estén blandas, apaga el fuego y deja que repose unos minutos.
Después, tritúralo todo con una batidora hasta conseguir una textura lisa y cremosa. Si te gusta más fina, puedes pasarla por un colador o añadir un poco más de caldo.
Prueba y ajusta la sal y ya la tienes. Una crema suave, de color precioso y con un sabor que te hará repetir.
La calabaza tipo violín o butternut es la más recomendable, tiene sabor dulce y una textura cremosa ideal para cremas.
Sí, claro. Puedes sustituirla por más calabaza o zanahoria. Quedará un poco más ligera.
No pasa nada. Puedes usar agua y una pizca más de sal. También puedes añadir una pastilla de caldo, si te gusta.
Añade un poco más de caldo o agua, y vuelve a batir unos segundos.
Sí, y queda espectacular. Sólo tienes que seguir los mismos pasos dentro del vaso, programando la cocción y luego triturando. Te dejo la receta.
La crema de calabaza es un clásico que nunca pasa de moda. Es fácil de hacer, sana, económica y tiene ese punto de confort que todos necesitamos de vez en cuando.
Con ingredientes básicos puedes crear un plato de diez, de esos que te reconcilian con la cocina casera y que siempre apetecen. Además, puedes adaptarla a tu gusto, conservarla varios días y disfrutarla caliente o templada.
Si nunca la has hecho, anímate. Y si ya la haces, prueba alguna de las variaciones que te he contado.
Verás cómo este plato tan sencillo se convierte en uno de tus imprescindibles.
¿Tú también haces crema de calabaza en casa? Cuéntame en los comentarios cómo la preparas o qué toque le das tú, me encantará leerte.