El potaje de vigilia es mucho más que una simple receta; es una joya de la gastronomía tradicional española que cuenta una historia rica en cultura, fe y sabor. Este plato emblemático nace de la necesidad religiosa y la creatividad popular, y hoy sigue siendo un símbolo culinario que une familias y comunidades alrededor de la mesa.
¿De dónde viene el potaje de vigilia?
El origen del potaje de vigilia se remonta a la España medieval, cuando la Iglesia católica imponía estrictas normas sobre la abstinencia de carne en ciertos días, especialmente durante la Cuaresma y los viernes de vigilia. Para respetar estas prohibiciones, pero sin renunciar a una comida nutritiva y sabrosa, la gente comenzó a preparar platos que usaban ingredientes permitidos: principalmente legumbres, verduras, y pescado.
Así nació el potaje de vigilia, un guiso a base de garbanzos, espinacas y bacalao, tres ingredientes que se complementan a la perfección. El bacalao, gracias a su larga conservación en salazón, se convirtió en el pescado estrella de estas preparaciones, aportando un sabor intenso y único. Las espinacas aportan frescura y color, mientras que los garbanzos ofrecen la fuerza necesaria para sostener jornadas de ayuno.
La tradición que une generaciones
Más allá de su sabor inconfundible, el potaje de vigilia es un símbolo de tradición y espiritualidad. Se prepara especialmente en fechas señaladas como el Miércoles de Ceniza, los viernes durante la Cuaresma, y el Viernes Santo, cuando la mayoría de los hogares españoles mantienen la costumbre de no consumir carne.
Este plato no solo cumple una función religiosa, sino que también es un momento de reunión familiar y social. En muchas casas, la receta se transmite de generación en generación, y preparar el potaje de vigilia se convierte en una excusa perfecta para compartir anécdotas, enseñanzas y valores. Es un plato que invita a la reflexión y a la conexión, a través del sabor y la historia.
¿Dónde se consume el potaje de vigilia?
Aunque el potaje de vigilia es popular en toda España, tiene un fuerte arraigo en regiones como Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Madrid. En cada zona, la receta puede variar ligeramente: algunos añaden huevo duro, otros incluyen un toque de pimentón o ajo, y algunos combinan distintos tipos de espinacas o incluso acelgas.
Fuera de España, este guiso también ha encontrado su lugar en comunidades hispanas alrededor del mundo, especialmente en América Latina, donde la herencia española sigue viva en la cocina y en las tradiciones religiosas.
Un plato con poder y sabor que trasciende
El potaje de vigilia no es solo una receta de «vigilia» o ayuno, sino una explosión de sabores que ha conquistado paladares gracias a su mezcla de texturas y aromas. Es un plato reconfortante, lleno de historia y significado, que invita a todos a probarlo, compartirlo y disfrutarlo.
Si buscas una experiencia culinaria que conecte lo espiritual con lo sensorial, lo tradicional con lo delicioso, el potaje de vigilia es una opción irresistible. Perfecto para quienes aman la cocina casera y auténtica, este guiso es la prueba de que la simplicidad puede ser poderosa.

Potaje de Vigilia
Descripción
Nada dice más “comida de casa” que un buen potaje. Y si hablamos de uno de los más queridos en la cocina tradicional española, el potaje de garbanzos con espinacas y bacalao se lleva todos los aplausos.
Es un plato reconfortante, lleno de sabor, económico y con ese toque de toda la vida que nos transporta a la cocina de nuestras abuelas.
Además, es una receta muy típica de la Cuaresma, cuando se solían evitar las carnes, pero también es perfecta para cualquier época del año si te gustan los platos de cuchara.
Ingredientes
Modo de preparación
Modo de preparación
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Si usas garbanzos secos:
La noche anterior, pon los garbanzos a remojo en agua templada con una pizca de sal durante al menos 12 horas. Escúrrelos, enjuágalos y cuécelos en una olla con agua limpia, laurel y un chorrito de aceite de oliva. Puedes usar olla exprés (unos 30 minutos) o cocerlos de forma tradicional (1h 30 min aproximadamente) hasta que estén tiernos. Si usas garbanzos ya cocidos, simplemente resérvalos y empieza con el sofrito.
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Prepara el sofrito
En una sartén con un poco de aceite de oliva, sofríe la cebolla picada y los ajos laminados hasta que estén bien doraditos. Añade el pimiento y el tomate y cocina unos minutos.
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Agrega el condimento
Añade el laurel y las especias y remueve para que no se queme
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El agua y los garbanzos
Añade el agua caliente para no interrumpir la cocción. Chasca la patata y añádela.
Cuando empiece a hervir añade los garbanzos cocidos Deja cocer de 10 a 15 minutos
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Espinacas y bacalao
Añade las espinacas poco poco y el bacalao cortado en trozos. Rectifica de sal
El bacalao se cocinará rápido y aportará ese sabor inconfundible.
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Rectifica de sal y sirve
Prueba y ajusta el punto de sal (cuidado si el bacalao conserva algo de sal). Si quieres, acompaña cada plato con medio huevo duro. ¡Le va genial!
Nota
🍽️ Consejos extra:
- Si te gusta más espeso, puedes machacar unos pocos garbanzos y añadirlos de nuevo al guiso.
- Para un toque picante, añade una punta de guindilla al sofrito.